Caracas es una guillotina. Cientos de informes se han presentado a lo largo de los años, alertándonos del inmenso riesgo que padece la capital petrolera -hoy arruinada- de América, sin embargo no hay respuesta más allá de la demagogia y la irresponsabilidad.
Existen zonas que, sin haber ocurrido ningún movimiento de capas tectónicas, se han venido abajo por la debilidad de los suelos y por causas de falta de servicios básicos como cloacas o drenajes. Casos como Altavista, cerca de Plan de Toro, de Isaías Medina o la Pedrera en Antímano evidencian que el peligro es latente. Edificios, casas enteras se han venido abajo ante la vista indolente de un alcalde irresponsable que no se ocupa de su trabajo.
Además de estos sectores populares de alto riesgo, están las escuelas. Lo ocurrido en México es una señal de alerta para los caraqueños. La ciudad no está preparada para afrontar un desastre natural de esa magnitud o como los sismos ocurridos aquí mismo en 1967, 1899 o 1810. Cientos de escuelas están carcomidas por filtraciones y ruinas que no resisten una sola inspección sanitaria. Son espacios completos abandonados, sin ninguna clase de mantenimiento mayor desde hace años y, por consiguiente, listos para que allí ocurra una tragedia.
Los suelos de Caracas, son especialmente sensibles a sismos, el nivel de agua es muy alto y cientos de quebradas subterráneas pasan por debajo de la ciudad. El centro de Caracas, es un delta de ríos internos embaulados pero, sin ningún tipo de mantenimiento. Hace unos años, frente a la vieja sede de El Nacional, en El Silencio, se abrió un hueco que se tragó un camión que recogía la basura por el socavamiento de la Quebrada Catuche. Un simple relleno, tapó el hueco, maquillaron y listo.
Son cientos de historias que nos hacen sentir una profunda angustia por lo que puede suceder en Caracas. Urge un Plan especial de emergencia que tenga dos objetivos claros: diagnóstico y prevención.
Lo primero que debemos hacer es designar un equipo técnico y científico que nos ayude redactar planes y a conocer realidades. Un primer diagnóstico para saber desde donde estamos partiendo en fundamental, recoger informes que se han venido presentando ante la sordera de quienes gobiernan y promover planes de formación, de educación a la colectividad en caso de presentarse un fuerte temblor. En México, muchas vidas pudieron salvarse gracias a los planes de evacuación y monitoreo que se tienen en empresas y sector público. En Caracas, esos planes brillan por su ausencia.
Los bomberos y protección civil están desmantelados y sin ningún tipo de apoyo. Rescatar estas instituciones es clave para iniciar estos planes de contingencia, es lo responsable y el sentido común. Abrir una sala de control, utilizando la más alta tecnología, puede ser un proyecto más que financiable internacionalmente si lo presenta la autoridad de la ciudad.
Caracas necesita que todos asumamos la responsabilidad de su cuidado. Voltear la mirada, puede ocasionar una tragedia nunca antes vista. ¡A Trabajar!