Vamos Mal, por José Antonio Gil Yepes

José Antonio Gil Yepes.- La elección unánime de Juan Guaidó, su reconocimiento como Presidente Interino por Estados Unidos y otros 53 países, las protestas populares y la recomendación del Grupo de Contacto Internacional de una elección presidencial en 90 días, sin mediar negociaciones, fueron un comienzo auspicioso de cambios. Pero luego falló la Ayuda Humanitaria; las Elecciones a 90 días del Grupo de Contacto fueron ignoradas hasta por sus beneficiarios; fracasó el 30 de Abril; apareció la propuesta noruega de negociaciones y la Unión Europea pospuso su propuesta electoral; ahora Suecia y Rusia proponen negociaciones sin precisar elecciones; y veremos que trae la Sra. Bachelet. ¡Muchas manos en el plato…! y el gobierno feliz!

Además, parece una falacia pretender que nuestra problemática la vayamos a resolver cambiando a QUIÉN manda, como lo hemos hecho por 200 años, sin lograr cambiar el CÓMO nos han mandado: con las políticas públicas estatistas, rentistas , populistas, empobrecedoras y controladoras de siempre. Si no cambiamos ese CÓMO de raíz, no lograremos un cambio sostenible.

Para cambiar el CÓMO, es necesario que cambie la naturaleza hegemónica del poder, sea porque el gobierno chavista sea presionado y acepte un gobierno de coalición, sea que un nuevo gobierno de oposición se implante a través de una coalición de partidos con otros sectores democráticos, como el empresariado y los trabajadores. Si el gobierno se queda solo en el poder o si llegan solos los partidos de oposición, lo probable es que los esquemas de concentración del poder se mantengan y, con ello, la propensión a la pobreza y el conflicto.

Hoy, la capacidad de imponer una de esas dos coaliciones está en manos de actores poderosos de afuera y, si vamos a cambiar, tiene que ser pronto. Estados Unidos tiene la primera palabra. En segundo lugar, los norteamericanos y Rusia pueden ponerse de acuerdo. Si ninguno de los dos decide, seguiremos en el infierno; y, si deciden pelearse por Venezuela, seremos un escenario de Guerra Fría. Se nos van las oportunidades por buscar tener la razón en vez de ponernos de acuerdo, y así vamos perdiendo nuestra fortuna y soberanía.



 

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